Me quedan por escribir dos días, pero ni he podido parar en el hotel para hacerlo y cuando he llegado estaba demasiado cansada como para pensar. Y ahora ya ha pasado el tiempo y ha llegado el día de volver a casa.
No sé cómo expresarme ni sé cómo empezar a escribir ahora mismo...estoy en un estado extraño, estoy triste por irme pero aún no me creo que estoy aquí.
Me acuerdo del día en el que me enteré de la noticia, está grabado en mi móvil, era en Madrid, después de que el coche se estropeara y estábamos en una terraza refrescándonos...mi tio me dio que se iba a Nueva York, y yo empecé a decirle que cómo se iba a Nueva York y a mi no me llevaba (en parte broma, en parte verdad)...mientras tanto me sacaban fotos y yo no sabía por qué, hasta que mi madre me lo dijo. Ese día lloré de emoción. El resto, me los pasé mirando la cam todos los días y buscando en google todo lo que podía sobre Nueva York, a la vez que tenía que compaginarlo con estudiar (nervios y estudio nunca han sido buenos), pero sirvió como motivación.
La semana anterior no paraba de hablar y hablar sobre todo lo que iba a hacer y todo lo que iba a ver y lo bien que me lo iba a pasar. La noche antes, estaba en un estado de paz extraño, porque ya empezaba a no creérmelo.
Me he pasado ocho horas metida en un avión, sin iPod y con unas cuantas películas para ver en la pantalla de la butaca. He dormido de mala manera y terminado con dolor de cuello. He pasado un calor tremendo aquí, me he bebido más de tres botellas de agua al día. También he pasado frío, pues en cada tienda tenían aire acondicionado a tope y el cambio de temperatura era brutal...¿pero y el gustito que daba?
He aprendido a llamar un taxi en medio de una calle, he aprendido lo rápido que van los ascensores en el Empire State y en el Chrysler Bldg., he aprendido a usar el metro (junto con mi tio), he aprendido que entre la 5ª y la 3ª Avenida hay tres avenidas más: Madison, Park y Lexington; he aprendido arte e historia, he aprendido que si estornudas cualquier conocido te dirá "bless you" con una sonrisa, que los policías te saludan muy simpáticos cada vez que te ven y que no comen rosquillas, sino manzanas; he aprendido que en cualquier sitio te venden comida para llevar y que en un supermercado puedes encontrar de todo (hasta jamón serrano), que cualquier persona te ayuda y te pide perdón muy amablemente (casi arrepentida) cuando se chocan contigo o se meten en alguna foto, he aprendido que "la cuenta" en inglés americano se dice "check" no "bill", que las sirenas de las ambulancias empiezan a sonar pero no terminan, que en la mayoría de los edificios no hay piso trece por eso de la superstición, y que en los parques infantiles hay cuidadores.
He disfrutado con el continuo olor de chocolate en la tienda de M&M's. Me han brillado los ojos como a una niña pequeña al ver las tiendas de juguetes, los autobuses escolares o al oir la musiquita del carrito de los helados y ver a todos los niños corriendo (qué americano todo ¿no?)
He experimentado sensaciones nuevas como la de subir a un helicóptero. Me he empapado bajo la lluvia neoyorquina.
Me he alimentado de perritos calientes y rollos de pollo que daban en los puestos de la calle, además de chocolate caliente. Me he dormido en autobuses, metros y trenes. He sufrido un dolor de piernas y pies exagerado, pero eso me hacía pensar que había gastado el día bien y no había perdido el tiempo.
He visto salir vapor de las alcantarillas y gente disfrazada de toda clase de personajes.
Querida Nueva York, te he visto de todas las maneras posibles: en bici, andando, en helicóptero, desde rascacielos, de noche, de día, con tormenta, con un solo abrasador, desde un barco, desde la bici...eres tan preciosa e inigualable como me imaginaba, y me atrevo a decir que en la realidad lo eres más. Me he sentado durante mucho tiempo para verte vestida de noche en Times Square y he dejado la ventana abierta todas las noches para verte por las mañanas recién levantada.
He andado por tu Manhattan muchas veces, de arriba a abajo, de derecha a izquierda...no me canso de ti, cada día es algo nuevo lo que te hace eclipsar a otras ciudades. Me encantas desde Brooklyn, desde Queens, desde mi hotel...aún no sé cómo me empezaste a gustar de tal manera, pero te convertiste en mi sueño...y te has cumplido.
Supongo que cuando llegue a mi casa seré consciente de lo que he vivido durante toda esta semana, y de que he pisado tus calles y hablado con tu gente, y me pasaré días y días triste.
Sé que me acordaré de todos los neones de Times Square y Broadway, los pitidos de los taxis, el continuo murmullo de la gente, las vistas desde el Empire State, el olor a perrito caliente, y otras veces a vainilla, mirar hacia el cielo y ver los rascacielos altos altos sobre mí, bajar a la playa del East River para ver parte de ti con el puente de Brooklyn.
Eres la ciudad perfecta, lo tienes todo. Es imposible estar triste contigo. No tienes peligro. Sabes divertir. Enseñar.
Esto no es un hasta luego, recuerda que no será la última vez que te vea. Gracias por todo, Nueva York.
¡Ay tocayina!: gracias por contárnoslo tan bien; cuando descanse y ya no estés nada triste (y no lo estés que vas a volver ¡seguro que pront!) venís un día por Gijón a contarme algún detalle ¿vale?
ResponderEliminarUN BESO MUY FUERTE:
Cristina la de Gijón
Claro, tenlo por seguro :)
ResponderEliminarUN BESO
¿Sabes que me has emocionado? Y por supuesto que no es un adiós, que es un hasta luego.. ¬.¬ la próxima vez será conmigo (?) =') que lo sepas.
ResponderEliminarTe quiero!