14 de abril de 2011

Going back to the corner.

"No camines nunca sola, no al menos por aquí. Es fácil perderse, todo el mundo lo ha hecho alguna vez. Tú también eres parte de ese mundo. Puedes dar todas las vueltas que quieras alrededor de él pero acabarás siempre en el mismo lugar."

Demasiado camino andado en 16 años. Muchos hechos que aún no soy capaz de explicar, y menos de explicarme a mí misma. Es extraño, todo. 
Con esto no quiero decir que dude, pero el miedo está ahí...aparece como un fantasma, en la noche, cuando todo está oscuro y tu intentas dormir. Discrepo, es aún peor que un fantasma: ni siquiera aunque te escondas bajo el edredón consigues protegerte. Pesa, mucho, más que un millar de toneladas...es capaz hasta de influir en tus sueños. Te hace escuchar música triste, y sufres, pero es que ya te importa poco.
Al día siguiente te levantas, te pones un vestido bonito de esos que sólo se pueden poner en primavera, y te ves guapa. Pero a la noche vuelve a estar ahí. Todos los días, no descansa, no tiene vacaciones ni fin de semana.
Es como andar una calle cuesta arriba durante las tres de la tarde de un día de verano. No puedes, es superior a tus fuerzas. 
Hay otras veces en las que la inmadurez y la inocencia características, al menos, de mí (porque el resto está preparado para "la vida moderna", yo no, puede que aún tenga mente de niña) entran en juego, dos jugadores de ajedrez más. Jaque Mate.
Me pasa ya tantas veces que llega a ser una costumbre, y los días que no me pasa...me extraño. Es triste reconocerlo, pero es así.
Pienso que esto no es algo pasajero, cada vez se está haciendo un defecto más fuerte en mí. Me niego a hablarlo por el simple hecho de que ya lo he hecho muchas veces, y no quiero insistir una y otra vez en mis tonterías "hormonales".
Otra vez me amenaza el miedo, está muy cerca de mí, hoy comparte cama conmigo...me quita la manta.
Es tan amenazante como andar por el borde de un precipicio, esa sensación de vértigo, de sentir que vas a caer de un momento a otro y vas a hacerte puré contra las piedras; es la que siento yo todos los días.
Por no ayudar, no ayudan ni los kilómetros. Y la verdad que yo pensaba que ya me iba acostumbrando, pero siento lo que sentía los primeros días...
Sólo necesito unas palabras seguras a las que poder agarrarme.

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